Todo indica que forzaron los depósitos de la escuela municipal, se llevaron las sillas que luego fueron encontradas rotas y sin ruedas.
Las sillas, al ser de uso pediátrico, no provocaron un daño directo a la practica del deporte, ya que los inscriptos son adolescentes y adultos.
Estos, con ayuda de los instructores llegan al agua en sus sillas de ruedas para después subirse a la embarcación sin necesidad de adaptadores.
Sergio Balatorre, autor del proyecto de canotaje para personas con discapacidad, que se comenzó a implementar en 2011, aclaró que aunque que el robo no alteró el normal funcionamiento de las clases, por tratarse de sillas pediátricas que no estaban en uso, el caso sí despertó, de todos modos, el rechazo por lo repudiable del hecho.
Al ser elementos tan específicos ni siquiera se podían vender en el mercado negro. Por eso se cree que las encontraron después, pero vandalizadas.
“Las sillas se usaban poco porque al ser sólo para niños es muy específico. Los chicos que van al taller y lo hacen en silla de ruedas, son adultos“, especificó.
“No nos podemos imaginar quién pudo haber hecho éstos”, fue la breve respuesta al ser consultado sobre alguna hipótesis del robo.
“No interrumpe la actividad pero sí nos deja con un servicio menos que ofrecer”, lamentó el instructor.
Fuente: Primera Edición.