“El maíz que el Gobierno de la Nación quiere sembrar en Misiones llega de la mano de MAIZAR, una organización integrada por grandes corporaciones, y son los mismos que están empujando la modificación a la Ley de Semillas que, de aprobarse, dará luz verde a Monsanto, o sea estamos hablando de las grandes empresas de transgénicos y agrotóxicos, en qué lugar del mundo alguien vio que estos benefician al pequeño y mediano productor, al contrario, lo destruyen, los usan, usan su suelo y su agua, lo esclavizan con el verso de sacarlos de la pobreza hasta agotar sus bienes, y luego lo expulsan de sus tierras”, sostuvo Raúl Aramendy, educador, agroecológico y fundador de la Tecnicatura Superior de Agroecología de Misiones.
Enfático, llamó a la reflexión sobre la “poca información que se brinda desde Agricultura Familiar de la Nación sobre el proyecto” de plantar aquí 250 mil hectáreas de maíz transgénico, y ratificó que ello no resuelve ni el hambre ni la pobreza.
“¿Por qué creen que los funcionarios que defienden este proyecto no hablan de los agrótoxicos que sí o sí hay que usar si se planta ese maíz en Misiones? ¿Por qué no hablan los funcionarios públicos de cómo queda el suelo y el agua cuando se aplica el paquete tecnológico que trae este proyecto? Hablan si de rendimiento, y nosotros le contestamos: la realidad de los cultivos transgénicos, basada en las estadísticas oficiales de Estados Unidos – el mayor productor de estos cultivos a nivel global–muestran que los tansgénicos han tenido menor productividad por hectárea que las semillas que ya estaban en el mercado, y que han significado un aumento exponencial en el uso de agrotóxicos”, reveló.
“Por eso decimos que el que está a favor del maíz transgénico está en contra de los pequeños agricultores y también está en contra de la biodiversidad, de todas las formas de vida, y en este caso es más grave aún porque el que lo promueve es el propio Gobierno nacional. Acá no hay nada que experimentar; en todos los lugares donde se usó este tipo de semillas, el “rendimiento” fue para las corporaciones y las pérdidas para los agricultores”, indicó Aramendy.
Para Aramendy, “el modelo que la provincia de Misiones impulsa a través de la Secretaria de Agricultura Familiar es el que hoy más contiene y cuida al agricultor, y es el que consideramos debe ser profundizado porque es un modelo donde la gente importa, donde todos los seres vivos importan, donde se puede desarrollar la economía social”, y renglón seguido pidió “la urgente aplicación de acciones por parte del Instituto Misionero del Suelo, la Ley provincial de prohibición del glifosato y leyes ambientales, más presupuesto para Agricultura Familiar y reincorporación de trabajadores despedidos del área, expertos en cultura capesina y en agroecología (algunos con 25 años de antigüedad), y medidas que defienden la diversidad de semillas”.
Misiones “tiene una base sólida con normas y experiencias agroecológicas, pero debe fortalecerla, perfeccionar los métodos para producir salud y belleza, como dice Ernst Friedrich Schumacher en su libro Lo Pequeño es Hermoso, o sea ‘economía con rostro humano’”, agregó.
Finalmente, Raúl Aramendy recordó que “los agricultores de Misiones tienen experiencias exitosas con el cultivo de variedad de semillas de maíz tradicional”, y en ese marco preguntó: “¿por qué cambiarían por un programa que no les asegura sustentabilidad? ¿Por qué los funcionarios del Gobierno de la Nación no informan públicamente, primero, detalles del programa y luego qué riesgos sociales y ambientales abarca ese programa? ¿Saben nuestros productores por ejemplo que esas semillas transgénicas son patentadas y no las pueden guardar para una próxima cosecha, lo que los obliga a volver a comprarlas para sembrar? ¿Y saben que los mismos que tienen esas semillas también son los dueños de los venenos que sí o sí deberán usar para que la planta crezca bien y tenga ese rendimiento prometido? ”.
FUENTE: ECONOMIS