Lula pidió votar así en la segunda vuelta de las elecciones del domingo, para afrontar una “amenaza fascista” y “defender la democracia” frente al ultraderechista Jair Bolsonaro.
“Es el momento de unir al pueblo, a los demócratas, a todos y todas en torno a la candidatura de Fernando Haddad”, señaló Lula en una carta difundida por su Partido de los Trabajadores (PT).
“En este momento en que una amenaza fascista gravita sobre Brasil, quiero llamar a todos y todas los que defienden la democracia (…) para defender el estado democrático de derecho”, agregó.
“Si hay divergencias entre nosotros vamos a afrontarlas por medio del debate, del argumento, del voto. No tenemos derecho a abandonar el pacto social de la Constitución de 1988”, señaló también el ex presidente (2003-2010), preso por una pena de 12 años de cárcel por cargos de corrupción.
“No podemos dejar que la desesperación lleve a Brasil en dirección a una aventura fascista, como ya vimos que ocurrió en otros países a lo largo de la historia”, agregó Lula desde el calabozo de la Policía donde está preso desde abril en Curitiba, en el sur del país.
Lula, de 72 años, intentó volver a ser candidato presidencial en estas elecciones, pero un tribunal electoral prohibió su candidatura debido a su condena por corrupción, cuando lideraba todos los sondeos con un 40 por ciento de los apoyos.
El ex líder obrero e ícono de la izquierda brasileña es todavía altamente popular entre las clases más pobres debido al éxito de los programas sociales de sus dos Gobiernos.
Haddad, de 55 años, asumió a mediados de septiembre la candidatura de PT y pasó a segunda vuelta impulsado por la popularidad de Lula.
Todas las encuestas, sin embargo, dan como favorito para ganar este domingo a Bolsonaro. El ultraderechista alcanzaba el 57 por ciento de la intención de voto en el último sondeo del instituto Ibope, frente a 43 por ciento de Haddad.
Muchos analistas ven a Bolsonaro, un ex militar de 63 años, como una amenaza para la joven democracia brasileña por su agresivo discurso populista, sus insultos a homosexuales, negros y mujeres, y su defensa de la última dictadura militar (1964-1985).
El ascenso del populismo de ultraderecha en Brasil está vinculado a varios escándalos de corrupción política en los últimos años, una dura crisis económico y los graves problemas con la criminalidad en el gigante sudamericano. (AGENCIA DPA)
FUENTE: MISIONES CUATRO.