Misiones fue de las primeras en ir flexibilizando las actividades laborales, luego las sociales y familiares.
Ahora, con el período de Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio (DISPO) que rige con el último decreto de necesidad y urgencia de Alberto Fernández, esa responsabilidad comunitaria debe estar más presente que nunca.
La apertura del turismo permitió la llegada de personas provenientes de provincias con más cantidad de casos de COVID o con circulación comunitaria.
Los expertos en epidemiología sostienen que a mayor movilidad de personas, seguramente habrá más contagios.
Este fin de semana largo en la costanera de Posadas, en muchos emprendimientos donde se ofrecen piletas públicas como en atractivos turísticos, las personas aparecieron en su gran mayoría sin el cumplimiento de la DISPO.
En el principal paseo posadeño, además de amuchados, se vio a adultos y jóvenes sin el barbijo obligatorio (sin mencionar el incumplimiento a la sugerencia de no tomar mate o tereré si no se trata del grupo conviviente).
Lamentablemente, los que cumplen las medidas y observan este tipo de malas actitudes, tal vez esperan que existan mayores controles y no por una cuestión de cercenamiento de libertades, sino de cuidado comunitario, en una pandemia que no terminó.
Aunque a muchos sí les parezca que estamos ante el fin del grave problema sanitario. Pero no es así, sigue habiendo miles de contagios, decenas de muertos diarios y muchas camas ocupadas en unidades de terapia intensiva de los hospitales.
Sin la vacuna, sin un medicamentos específico, la emergencia epidemiológica debe tomarse seriamente. Sino veamos cómo se puede volver a retroceder, como ocurrió en Paraguay.